sábado, 29 de diciembre de 2007

Subsistir con apatía

Diciembre 2007.
Entrevista a Carlos Tanco.

Detrás del hombre que encarna a Darwin Desbocatti y hace reír a más de 25.000 personas cada mañana, hay un ególatra que no tiene vergüenza en definirse como un ser tímido y retraído.


Debo aclarar que no soy de los tipos más retraídos y tímidos del mundo, insisto: sé moverme en sociedad, lo hago con bastante eficacia, el tema es que me desgasta y me genera mucha tensión, se justificó Tanco. Justamente, dar explicaciones es lo que más ha hecho en los últimos días cada vez que respondió un mail con preguntas.

Aceptó la entrevista con la condición de que sea por correo electrónico: aseguró no saber controlarse y decir disparates olvidándose de que el grabador está prendido. Sin embargo, el humorista aceptó que lo visitara en su casa para verlo trabajar.
Odio estar en esta especie de posición de divo que pone obstáculos a las entrevistas, confesó en uno de los mails. De verdad no tengo drama en colaborar, pero está ese problemita que debo asumir para no verme envuelto en más estúpidas polémicas mediáticas que me son absolutamente vergonzantes por su vacuidad, por la vanidad y sobredimensión que subyace.
- ¿Tenés confianza en ti mismo?
- Basándome en la empiria recabada debo decir que sí. Soy un ególatra que piensa que tiene cosas para decir que van a terminar interesando y divirtiendo a alguien; eso es, de hecho, mi trabajo. Desde el momento en que uno agarra un micrófono o escribe algo, presupone que al resto le va a interesar, lo cual habla un ego importante. Partiendo de esa base sería de ridículo y afectado decir que no tengo confianza en mí mismo. Con los años me he vuelto una persona tímida, retraída, tendiente al aislamiento. Trato de cuidar que eso no se efectivice demasiado, uno presupone que no debe ser sana la conducta de ermitaño. Soy apático. Esa es la valija más pesada que me ha tocado cargar. Peleo a diario contra eso.Su hermana mayor, Valeria, es quien lo aloja en su casa de dos pisos sobre la Rambla O’Higgins. No hay timbre ni tampoco una plaqueta con el número de puerta. Para entrar, la contraseña es hacer sonar el celular de Tanco.
Valeria abre la persiana de uno de los ventanales. Señalándose la cara me dice: “Como verás, soy la hermana de Carlos”.
Se nota que en esa casa viven niños: lo evidencian las manualidades infantiles sobre los muebles y los rayones de crayolas rosadas en la pared que, sin embargo, no llegan a desentonar con la perfecta limpieza. Esto no quiere decir que no haya desorden: algunas toallas húmedas por el piso y ropa colgada en las barandas de las escaleras incomodan el tránsito por la casa.
En entrevista con Voces del Frente, aseguró ser un tipo rutinario: se levanta a las seis de la mañana, prende la computadora, mientras el café se calienta en el microondas se lava la cara. Hubo una época que me fumaba un cigarro en el baño, el último de la noche antes de irme a dormir. Quiero aclarar que lo hacía vestido y sentado sobre la tapa del water; la forma menos indigna que encontré para llevar adelante ese ritual caprichoso. No sé, en un momento sentí que ese lugar me generaba cierto estado de ánimo que el resto de la casa no, y me apropié de él para mis últimos minutos. Sirva esto como ejemplo de mi inclinación rutinaria.
Carlos trabaja en el segundo piso. La computadora está en un rincón. Tipea rápido y fuerte; no saca la vista del monitor. Googlea muy poco. Prepara su “ayuda memoria” como dice, aunque la improvisación la ve en la marcha.
Mientras escribe mueve la pierna, nervioso, el talón golpea contra el piso, sus medias a rayas marean. Quizá está ansioso por terminar y salir al aire. Era un día particular, su columna se burlaría del procesamiento de Gregorio Álvarez.
Su hermana le pide un walkman para escucharlo. Tanco me ofrece uno, pero no acepto, prefiero oír sólo a Desbocatti, en vivo y en directo. Valeria baja, sorprendida de que va a poder usar el celular como radio. Mientras espera, plancha en silencio, y en la casa sólo se escuchan los dedos de Tanco impactando contra las teclas. La única persiana levantada es la que le da luz natural al humorista para escribir sus guiones.
Uno de los ventanales no da opciones en cuanto a la vista: no hay persianas, se aprecia la rambla; de estar abierto, se respiraría aire de mar. En ese ambiente no hay ni una mesa ni sillones; sólo una gran estufa a leña, un equipo de audio y unos 20 discos ordenados, incluyendo la colección completa de Agarrate Catalina.
Su admiración por la murga viene desde muy chico: Una de mis primeras grandes frustraciones, fue una vez que fui con mi padre al interior (mis padres ya estaban separados, siempre estuvieron separados, es más: yo dudo que alguna vez hayan sido pareja, jo). Al volver de noche, había una cartita en la puerta de mi casa que decía que mi hermana y mi mamá se habían ido al tablado del Tabaré. Fue terrible la sensación de haberme perdido lo mejor, lo que más me gustaba en el mundo.
Ahora es letrista de Agarrate Catalina, la murga joven más consagrada del Carnaval. Conoció a Yamandú Cardozo hace ocho años, pero se integró al grupo cuando ya todo estaba en marcha y habían pasado los momentos más difíciles, casi como un arribista.
Suena el teléfono. Tanco habla menos de un minuto con la productora y avisa qué tema musical quiere para el final de la columna. Comienza a cambiar la voz. Se despide de la chica pero no corta. Mientras espera el saludo de Joel Rosenberg, sostiene el teléfono con el hombro y sigue escribiendo.
A Joel lo conocí en la radio. Lo entrevistamos primero, después le ofrecimos trabajar con nosotros haciendo la columna deportiva de Justicia Infinita. Ahora es mi amigo, cuenta el humorista. Desde el año pasado, Rosenberg conduce No toquen nada, donde Carlos Tanco se transforma en Darwin Desbocatti, quien tiene una participación de no más de 30 minutos al aire. Sin embargo, su columna de actualidad y noticias logra los picos de rating del programa. Según el Buró de Radios, en setiembre 35.200 personas sintonizaron Océano a las 10 de la mañana.

- ¿Cómo surge la idea de trabajar con Joel Rosenberg?
- Joel tenía ganas de armar un periodístico y yo tenía ganas de acompañarlo. El motor es el cariño y el respeto que tengo por él. En este momento me muevo por ese tipo de vectores, no tengo demasiada proyección profesional.- ¿Por qué no?
- No tengo proyección ni personal ni profesional. No puedo ver más allá del próximo mes, del próximo año en algunos casos profesionales bastante obvios: voy a hacer radio, muy probablemente los próximos dos años porque son pre-electorales. Esta es una incapacidad que cargo desde el 2004 o 2005; perdí la capacidad de proyección, no hay certezas, todo es duda y una gran nebulosa.-¿Eso incluye que no pensás ni en casamiento ni en hijos?
- No de forma precisa, concreta. No de forma seria. Todo parece lejano y difuso. Por eso no llega a adquirir el carácter de proyección.Quizá tampoco es presionado, está de novio hace año y medio con una hermosa muchachita de 21 años. Insiste en mostrar que no conoce su rumbo: No sé muy bien para dónde voy, no tengo una meta, una ambición medianamente delineada. Subsisto.

Tengo problemas en la línea, no escucho nada, se queja Darwin. Llámeme de nuevo usted así no gasto, le ordena a Rosenberg. Antes de cortar le pregunta al conductor radial: ¿Está contento?, refiriéndose al procesamiento de Gregorio Álvarez.
Una nena llega a la oficina de Tanco. Camina descalza y tiene la cara rayada. Mira mal a la extraña que le saca fotos a su tío. Aunque tiene sólo cuatro años sabe que debe manejarse en silencio por la casa mientras Darwin está al aire.

- ¿Cuáles son tus influencias a la hora de trabajar?
- Puedo hablar de gente que admiro y de la que he consumido horas de sus productos, pero no sé si son influencias. Uno diría que ojalá, aunque lamento concluir que, pensándolo bien durante dos segundos y medio, no creo que lo sean. Me refiero a Seinfeld, Los Simpson, Mel Brooks, Groucho Marx, Woody Allen, Fontanarrosa, Jon Stewart, Conan O`Brien, Wes Anderson, Charly Kauffman, entre otros.- ¿Disfrutás haciendo de Darwin?
- Sí, me gusta. La mayoría de las veces la paso bien. Eso no quita que muchísimas otras veces cuando corto el teléfono, me quedo convencido de que soy un estúpido y que acabo de hacer el ridículo.- ¿Cuándo te sentís así?
- Hay veces, muchas más de las que me gustaría admitir, que mi desempeño es de medio pelo para abajo. Es una cosa que en lo teórico la tengo asumida, tiene que ver con el ejercicio diario, es inevitable; pero después, en la práctica, cuando me sucede, lo sufro un poco. Cada vez me lo perdono más rápido, de todas formas. Esto último no sé si interpretarlo como una buena o una mala señal, jo.- ¿Esa es tu percepción sobre tu trabajo?
- Sí, claro, es una evaluación sobre mi tarea. Muchas veces me resulta de un rendimiento magro. Es, hipotetizo, algo natural en el ególatra la permanente autoconciencia, y por lo tanto también la autocrítica; no creo que sea una característica del humilde estar revisando todo el tiempo la ejecución de sus tareas. Lo aclaro porque no quiero que se confunda con una postura de falsa modestia.- ¿Hasta dónde transás y negociás?
- Es imposible responder esa pregunta. La cosa funciona así: la situación se impone y uno decide, pero no se puede establecer un esquema previo detallado que contemple cada una de las posibilidades. Sería inútil, y además pretencioso, de una solemnidad absurda. La gente que anda declamando sus principios y agitando la bandera de su propia dignidad me parece un poco patética.


En la columna se dio el lujo de promocionar el libro que dijo va a salir a la venta. Su incitación a comprarlo incluyó un comentario de doble lectura: Consulte con su librero amigo. Guarda con tener amigos libreros. Trate de que no vivan en Maldonado. Hay gente que no le fue bien, dijo nervioso, esperando que su chiste fuera aceptado. Se refería a la muerte de Natalia Martínez, el verano pasado en Piriápolis.

- ¿Con qué temas te limitás a la hora de hacer humor?
- Hay ciertas limitaciones, pero no puedo hablar como si fuera un manual de estilo inamovible. Hubo una época que no se podía hacer chistes sobre el 11 de setiembre porque la gente estaba muy sensible, por ejemplo, pero eso caducó a los pocos meses. En el caso de la mención que hice al librero de Maldonado, fue más dirigida a toda la campaña de demonización del librero de Maldonado, que me parece que es como un poco cómico que se lo conozca así, por ese apuro y excitación infernal que tuvieron los medios masivos con el caso; que a la muerte de la muchacha. De cualquier manera, admito que fue humor negro; pero en realidad mi intención era reírme más del morbo. Repito: a lo mejor fallé, o a lo mejor es una postura naif y afectada la mía, pretendiendo que se lea eso en el mínimo chiste que hice. Creo que cuando el chiste es sobre la estupidez o el morbo popular, y no sobre las víctimas, no es necesario que me lo censure.- ¿Te autocensurás?
- Sí, claro, trato de filtrar las cosas que voy a decir y no tirarlas como sal al churrasco; se llama cerebro eso, y me gustaría poder utilizarlo con más eficacia. Nunca recibí censuras externas, no que yo sepa por lo menos, jo.


La reiterada risa de Tanco por mail es evidente y hasta ridícula. Escribe “jo” cada vez que quiere demostrar un guiño.
Su humor se escucha en la Océano FM, se lee en el Semanario Búsqueda y se vio en Canal 10, en La Culpa es Nuestra. También aparece en Carnaval, aunque no arriba de las tablas, con la murga Agarrate Catalina. Este año Movie Center lo convocó para hacer un espectáculo de Stand Up, aunque sólo coordinó a los actores y aún no se animó a subir al escenario: Fue por falta de tiempo, no me daban las horas para escribir y ensayar. Probablemente haga un monólogo el año que viene, como para demostrar que mi autocrítica no es tan férrea como parece.
- Tu timidez no impide que en la radio te desenvuelvas siendo atrevido. ¿Es porque juegas a ser Darwin o porque la radio te da seguridad?
- La radio me da mucha seguridad por una simple razón: jamás alcanzo a hipotetizar con lo que hay afuera. Para mí es un juego esquizoide entre las personas que están directamente involucradas, los interlocutores, digamos (y cuando hacía radio desde el estudio le sumaba al operador). Somos mis amigos y yo, sabiendo para quién jugamos, pero sin materializar jamás la idea de que un grupo de personas más o menos cuantioso está escuchando.
- ¿Por eso te alejaste de Justicia Infinita?
- Pasaba por un momento en el que no me hacía gracia a mí mismo. No toleraba más estar tres horas al aire haciéndome el gracioso.
- Parece que fueras tan duro contigo mismo como sos con los demás.
- Con la gente que quiero trato de no ser duro, intento decir las cosas de la forma menos dañina posible. Con el resto me importa bastante poco, o sea, trato de no agredir al pedo públicamente: en algún momento me divertía pero ahora trato de evitarlo. Decir una maldad de alguien sin que ese alguien se entere, no creo que sea reprochable.
- Ya en dos ocasiones te justificaste públicamente, diciendo que no copiás a nadie. Primero en La Diaria cuando Lamolle dijo que la Catalina “levantaba” cosas de por ahí. Después, hace poco, cuando Daniel Figares dijo que te hiciste popular “interpretando un personaje inspirado en un 110% en Aníbal Hugo”. ¿Tendés a justificarte o estas situaciones te superaron por ser públicas?
- No creo que tienda a justificarme, pero los hechos parecerían hablar en contra de esa presunción, ¿no? Probablemente no tendría que haber respondido, en ninguno de los dos casos.
Lo de Lamolle sentí que no lo podía dejar pasar porque me acusaba de plagio como si fuera algo normal y esperable. Yo trabajo de esto, mucho y de forma sacrificada, y sentí que no podía permitir que con esa liviandad se me acusara de lo más indigno que pueda existir en este oficio, en un entorno como el carnaval en donde eso se toma como una avivada válida. El tipo que plagia no se respeta a sí mismo, es algo patológico casi. No lo digo en una postura de moralista, lo digo porque creo que nadie que esté cuerdo puede disfrutar viendo cómo funciona (o no) algo que copió, que sabe que no es suyo, y no sentirse indigno mientras recibe los saludos o aplausos de quienes fueron engañados. Me espanta que este señor piense así. Después me quiso enseñar a aceptar las críticas (es bastante fácil extralimitarse en una crítica, acusar, descalificar, y después decir que el que respondió “no sabe aceptar las críticas”, es una falacia tan estúpida como eficaz) y ya de paso a vivir también. En fin, sin comentarios.
Lo de Figares fue distinto. Me avergonzó mucho su columna, ser el centro de esa extralimitación, estar otra vez envuelto en una chotada de esas, formar parte de un sobreentendido tan vanidoso y vacío como que “la gente nos conoce y por eso nos descalificamos públicamente” me resultó bochornoso; así que quería dejar claro que ese era mi estado de ánimo. Y aproveché para aclarar alguna cosa, asumir mi culpa en el papelón por mi impericia cuando me hacen notas, e insistir sobre el concepto de que estamos en una aldea y no existe el star sistem, y estamos haciendo el ridículo si no lo asumimos. Pero no justifico ni rebato nada de lo que dijo Figares, incluyendo su acusación de plagio (que creo se cae por su propio peso).

Su pasaje por La culpa es nuestra fue breve y contundente; si bien no rindió a nivel audivisual, fue muy comentado. Cada vez me molestan menos las críticas, dijo. Su humor no fue tan eficaz como en la radio. No en vano asegura que es el medio donde más cómodo se siente: No me gusta la televisión, tampoco me gusta cómo hago yo televisión, ni cómo se hace televisión acá. Podría haber seguido el mismo camino que seguí en la radio: errarle hasta aprender, reventarme la cabeza hasta que salga bien. Del programa de Canal 10 se fue porque estaba incómodo por varias razones.

- ¿Participaste en La culpa es nuestra para hacerle un favor a Gonzalo Cammarota?
- No. Sí participé en La Culpa es Nuestra porque estaba Gonzalo, de no haber estado él jamás habría entrado, no me habría interesado; pero no fue para hacerle un favor. Lo hice porque tenía ganas de trabajar con él, cosa que disfruto y me enriquece, es decir: saco mi rédito y ahí se diferencia claramente de “hacer un favor”. Además, de paso, intentar aportarle algo a su laburo en la tele. Pero jamás pensé en eso como un favor, ni siquiera estoy seguro de haberlo favorecido demasiado con mi presencia.
Tanco no se sentía a gusto, se notaba ante cámaras. Parece estar más cómodo haciendo de Darwin, escudándose con una identidad que no es la suya. En la columna radial, gesticula como si los oyentes pudieran verlo. Se mueve y se expresa con su cuerpo mucho más que cuando era parte de La Culpa es Nuestra. La televisión no le cae simpática: Para mí está desorientada, no tiene ni la más puta idea de hacia dónde va, ni qué es lo que está haciendo y por qué.
- ¿Carlos Tanco esconde algo en Darwin Desbocatti?
- No escondo nada. No hay ni un ápice de contenido maquiavélico en mis tareas, no hay un sentido que justifique la historia. Sé que debe ser decepcionante que no haya misterio, pero es la verdad.
- ¿Pero Desbocatti no grita lo que Tanco piensa, por ejemplo, a nivel político?
- No necesariamente. A veces se me escapa alguna línea editorial, el humor suele ser editorial, pero en general es sin intención, o cuando me veo desbordado por alguna observación de conducta o discurso que realmente me enoja y la paso por el tamiz humorístico para expresarla. Ese es el peaje obligatorio, nunca digo algo que quiero decir porque sí, si no supongo que puede llegar a ser gracioso, no lo digo.
- ¿Hace diez años te imaginabas ser quien sos hoy?
- Profesionalmente no sé cómo me imaginaba hace diez años. Supongo que habré borrado esas proyecciones por pudor, jo. En general diría que me imaginaba un poco más adulto.
- ¿A quién le pertenece Darwin Desbocatti?
- Obviamente que es mío. Primero porque es una creación individual. Pero además, porque lo que más importa no es la creación, que es muy rudimentaria y básica, sino el método para llevarlo adelante, la voz (me refiero a lo estilístico no a lo fonético), la forma de desanudar los problemas, la decodificación discursiva, etc. La creación no tiene nada, la eficacia, si es que existe, se consigue en la recreación, en este caso específico. Y el que llevó adelante todo siempre fui yo. Es un poco estúpido suponer que es algo que no me pertenece en su totalidad.
- ¿Cómo te definís, a nivel profesional?
- Soy de esos sacrificados que dejan la imagen contraria: de pelotudos que todo lo sacan con talento. Nada más alejado de la realidad. Mi lentitud y mi tendencia a laburar bajo presión, me hacen, muchas veces, aparentar esa cosa que no soy, merced a entregas tardías de guiones, faltazos a reuniones, y momentos caóticos.
- Me refería a qué escribes en un formulario, en el espacio de “profesión”...
- Ah, el espacio donde dice profesión va vacío. En el que dice oficio, podríamos poner, creo yo, y aunque me ruboriza bastante (basta ver todo el rodeo que estoy haciendo): humorista. Por la vía de los hechos me dedico a esto. Aunque suene pretenciosa la palabra humorista.
- ¿Cuál es la función que cumple tu personaje, no en el programa, sino como comunicador en la sociedad?
- Ninguna. Bueno sí, en realidad una, de lo más banal que uno pueda imaginar: entretener. Todo lo demás son grandilocuencias al pedo que tienen los humoristas para hablar de sí mismos... Había una propaganda de un humorista hasta hace poco en la radio que decía, más bien declamaba: “El humor va a salvar al mundo”. Y yo creo que debe ser el mejor chiste que hizo en su vida, aunque haya sido involuntario, claro. Por si fuera poco, es una batalla perdida: nunca, pero nunca, se puede ser más gracioso que el tortazo en la cara, que la vieja tropezándose y rodando en la calle, que el muchacho al que se le rompe la silla y se desploma.
Entiende que pasa algo similar con el periodismo, que habla de sí mismo, en un círculo cerrado que no todos entienden: El periodismo se autoadjudica un rol en la sociedad que, para mí, no es tal. Hay una sobredimensión de su propia tarea. Yo no les creo la del súper-héroe de la ética y la moral que ayuda a funcionar a la sociedad de manera más justa y sana. Creo que puede llegar a ser útil alguna que otra vez, como casi la totalidad de los oficios de este planeta. Además el periodismo suele confundir su micromundo (integrado por ellos, los políticos y nadie más) con el mundo real, y el interés personal o mini-colectivo con el interés de la gente.
- ¿Te referís sólo al televisivo?
- Me refiero a todo el periodismo, como entelequia que se pasa suponiendo que el mundo es el microcírculo en el que se mueven, que piensan que son una de las piezas más importantes de esta sociedad, y que se mandan mensajes encubiertos en sus editoriales y columnas de opinión como si a alguien le importara tres carajos eso.
- ¿Qué tipo de periodismo o de comunicación hace falta en este país?
- No creo que haga falta algún tipo de comunicación en especial, y si la hay sería muy petulante de mi parte señalarlo. Me parece que estaría bueno que los que estamos en estas tareas fuéramos más inteligentes. Lo suficiente como para saber generar la picazón en la gente que nos escucha o nos consume, y la nuestra también, de manera de pensar un poquitito más y mejor de lo que lo estamos haciendo ahora.
-¿Seguís creyendo que es un “insulto a la inteligencia” toda la gente que mira a Ignacio Álvarez o que escucha a Petinatti, como dijiste en entrevista con Montevideo Comm?
- Preferiría no responder eso. No sería elegante.
- ¿Qué hay que hacer para que el periodismo pierda esa sobredimensión de la que hablas?
- No sé si se soluciona, no creo. Además insisto en que es, en gran parte, funcional a su tarea. Si no se creyeran tan importantes para la humanidad no podrían laburar tantas horas, soportar presiones, jugar una carrera constante en contra de la ignorancia (cada tema a tratar es un mundo completamente nuevo y complejo a entender), caminar en la cuerda floja, luchar contra el tiempo, potenciar la inquietud y mantener la energía intacta después de todo eso. Hay veces que el autoengaño es una forma de hacer que funcione la maquinaria sin sufrir grandes cimbronazos.

3 comentarios:

Roberto dijo...

Muy buena la entrevista. salute.

pad dijo...

Buena la entrevista. Coincide con un montón de reportajes que le han hecho últimamente. Pero lograste sacar algunas cosas nueva al entrevistado. Eso es bueno.

YosoyineS dijo...

Muy buena entrevista!

Me gustó eso de que el periodista va sacando cimbronazos, es cierto, es la idea.

Besotes!