lunes, 25 de mayo de 2009

Sinergia científica

El Institut Pasteur abrió sus puertas en el marco de la Cuarta Semana de la Ciencia y la Tecnología.

Publicado en la diaria, 25 de mayo de 2009.


Tiene sólo dos años de vida pero muchos proyectos por delante. Además de perfilarse como un atractivo polo para el desarrollo de la biotecnología, el Institut Pasteur (IP) de Montevideo apoya las líneas de investigación de profesionales jóvenes e invierte en dos programas residentes: uno sobre cáncer y otro sobre enfermedades neurodegenerativas.


En julio del año 2004, el Poder Legislativo aprobó la creación del IP en Montevideo, el que se convertiría en el número 30 a nivel mundial. Levantar el edificio llevó un año y dos meses, además de, aproximadamente, unos cuatro millones de dólares. “Más o menos, el mismo costo se invirtió en equipamiento, todo de primer nivel”, dijo a la diaria Otto Pritsch, responsable el área de Biofísica y Proteínas del IP.
El terreno donde funciona el Instituto desde febrero de 2007 (pegado a la Facultad de Ciencias) fue donado por la Universidad de la República (Udelar). El Ejecutivo aportó un millón de dólares y se incluyó una financiación fija desde el Presupuesto Nacional. Pero la mayor inversión provino de una antigua deuda que nuestro país tenía con Francia (la cuna de los IP en el mundo, donde se fundó el primero hace 120 años). El gobierno uruguayo acordó con el francés que depositaría el dinero adeudado en una cuenta del Banco República. Ese mismo dinero fue reinvertido por Francia para la construcción del edificio y el equipamiento.
Tanto los estudiantes y docentes de la Udelar, como los investigadores del Instituto Clemente Estable, utilizan el equipamiento del IP para desarrollar sus investigaciones. La Udelar es uno de los integrantes del Consejo de Administración del IP montevideano: los otros dos son el Poder Ejecuto Uruguayo y el Instituto Pasteur de París.
Cada sede de esta institución en el mundo persigue los mismos fines. Son organizaciones sin fines de lucro que promueven y desarrollan la investigación científica tanto a nivel de ciencias básicas como aplicadas. Aunque esa diferenciación no le gustaba a Luis Pasteur. El químico francés nacido en 1822 prefería hablar de la ciencia y de las aplicaciones de la ciencia, contó el microbiólogo Gianfranco Grompone, responsable de la Unidad de Valorización.“Pasteur fue un gran valorizador de la investigación porque tenía una pluridisciplinariedad muy importante: era químico de formación, pero estudió desde el concepto de las vacunas al nivel sistema inmunitario hasta aplicaciones para el gusano de seda”, explicó Grompone.

Programas residentes
Si bien los discípulos de Pasteur solían ir a los lugares donde había enfermedades endémicas, desde el IP de Montevideo destacan que las investigaciones que allí se realizan no están atadas al estudio de enfermedades infecciosas. “Acá hay una fuerza científica mucho más identificada con problemas del Uruguay porque tenemos autonomía desde el punto de vista intelectual y científico”, dijo Grompone en relación a los dos programas estables (llamados “residentes”), que aseguran investigación a largo plazo en el IP.
Según Alfonso Cayota, coordinador del Programa de Investigación en Cáncer, se pone un “alto énfasis en los mecanismos moleculares de la transformación maligna y en el desarrollo de estrategias científicas que permiten aportes relevantes en el control, el tratamiento, el diagnóstico y la comprensión de la biología del cáncer”.
El programa está integrado por biólogos, bioquímicos, químicos, médicos, cirujanos, estudiantes avanzados de Medicina y de Ciencias, tanto de Argentina y de Brasil como de nuestro país. Asimismo, trabajan conjuntamente con el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas de España, el Instituto Weizmann de Israel y el Instituto Curie de Francia, entre otros.
El otro programa residente del IP está enfocado al estudio de las enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer, la enfermedad de Parkinson y la Esclerosis Lateral Amiotrófica. “Las enfermedades neurodegenerativas son aquellas que, una vez que se instalan, progresan hasta llegar a una colisión del Sistema Nervioso”, explicó Luis Barbeito, responsable del programa. Lo que está a estudio es el origen y los mecanismos que suceden en el proceso de neurodegeneración, con la meta de desarrollar métodos preventivos o curativos.
Además de estas investigaciones permanentes, el IP cuenta con un núcleo tecnológico que está formado por cinco unidades: Tecnológica de Bioquímica y Proteómica Analíticas, Biología Celular, Biología Molecular, Bioinformática y la de Animales Transgénicos y de Experimentación (un bioterio de ratones).

A corto plazo
Para generar nuevos conocimientos de la mano de jóvenes investigadores, el IP convocó a proyectos “a cinco años”. Se hizo un llamado internacional a quienes tenían un doctorado o un posgrado y se pedía que presentaran un proyecto científico original. Se presentaron 25 postulantes y, hoy en día, están funcionando cuatro de los cinco grupos. Para el quinto, el llamado está abierto. A los elegidos, el IP les otorgó financiación para el proyecto y los salarios, además de un laboratorio equipado. “Al quinto año, si todo funciona bien, esos grupos deberían conseguir una inserción en instituciones académicas o en la industria”, señalo Pritsch.
Uno de los grupos está liderado por un argentino que se formó en Italia, Sergio Pantano, quien estudia el comportamiento de las moléculas desde un análisis por computadora, lo que se conoce como un experimento in silito.
Otro argentino, Marcelo Comini, investiga el causante del Mal de Chagas, conocido como Tripanosoma cruzi, y está en la búsqueda de un eventual fármaco que pueda combatirlo.
Pablo Aguilar y Arlinet Kierbel también son argentinos, ambos se formaron en Estados Unidos. “Nosotros estudiamos la entrada de microorganismos patógenos (bacterias) a las células. Generalmente la bacteria ataca las vías respiratorias de pacientes inmunodeprimidos”, explicó Aguilar que agregó que esta es una de las principales causas de mortalidad intrahospitalaria. "Como la bacteria está presente en todos lados, allí encuentra un entorno favorable para bloquear las vías respiratorias. Son capaces de atravesar las mismas, entrar a los torrentes sanguíneos, colonizar todo el cuerpo y producir la muerte”, advirtió Aguilar.
El cuarto y último grupo en funcionamiento (al momento) está a cargo de un uruguayo de 36 años. José Luis Badano comenzó a formarse en Uruguay pero completó sus estudios en Estados Unidos. Investiga las cilias, unas prolongaciones de las células, que tienen que ver en varias patologías que van desde la diabetes y los problemas cardíacos, hasta la enfermedad poliquística renal.
La investigación de Badano apunta a generar conocimiento básico para poder comprender la biología de las cilias, pero además, agrega, “si sabemos cómo funcionan, luego se podrán generar terapias o drogas para tratarlas”.
Badano tiene cinco años para desarrollar su investigación en el IP, aclara que en ciencia los resultados pueden aparecer en un año o en veinte. “En algunos temas nunca vas a obtener algo que sea aplicable a la sociedad. Lo que está claro es que si no lo hacés, seguís tirando con escopeta”, comentó.
Aguilar destacó las condiciones en las que se trabaja en el IP. "En la región no hay llamados donde te den tiempo y dinero para investigar lo que quieras: no hay nada que promueva el desarrollo de líneas experimentales de gente joven”, dijo el científico y agregó que trabajan con libertad académica, apoyo tecnológico y financiación. “Pero al mismo tiempo, tengo la presión de generar resultados”, enfatizó. Un comité científico internacional se encarga de evaluar los avances de cada investigación: lo que exigen es que se cumpla un cronograma de trabajo, más allá de los resultados obtenidos.
Aguilar dijo que “a lo clásico” que se puede aspirar en la región es a ingresar a una unidad académica, “donde hay un jefe grande, gente intermedia y gente más abajo. Allí la continuidad en el tiempo está garantizada, pero los recursos pueden variar y la libertad académica no es tanta”.
El IP pone énfasis en formar recursos humanos jóvenes: cada grupo a cinco años cuenta con estudiantes de maestría y doctorado que están dando sus primeros pasos en la investigación. A su vez, cada grupo cuenta con el apoyo del resto: las distintas unidades que conforman el núcleo tecnológico, permiten a cualquier investigador acudir a otro profesional cuando se enfrentan a un tema que no manejan. Eso, sumado a la tecnología de primer nivel, “te permite adecuar los experimentos a la pregunta y no la pregunta a los experimentos”, destacó Badano.
El IP apuesta a “gente nueva, que viene con nuevas ideas, con nuevas visiones. Es la forma mediante las cual, creemos, se puede luchar contra el envejecimiento. Uno de los problemas que tienen las instituciones es que la gente que entra, se instala y después se estanca”, comentó Pritsch, que tiene 46 años y dijo ser de los más grandes en el instituto.

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