viernes, 25 de abril de 2008

Contra el talle único

publicado en la diaria, 24 de abril, 2008
Un proyecto de ley busca que no sólo los delgados consigan ropa

El diputado Carlos Enciso (Partido Nacional, Correntada Wilsonista) presentará un proyecto de ley que, de aprobarse, obligará a las tiendas de ropa de disponer del talle del cliente; una reglamentación que ya existe, por ejemplo, en Argentina.



Una simpática vendedora de la Expo Yi ofrece un pantalón talle 34, el más grande que se encuentra en la feria céntrica. La clienta, de 22 años y fuera de los codiciados 90-60-90, no logra prenderse el jean. La vendedora insiste con otros pantalones (también talle 34): dice que el tamaño depende también de la tela y el modelo. La joven desiste, agradece, y se queja en voz alta de sus rollitos.
Pensando en eliminar estas situaciones (cotidianas para los que tienen algún kilito de más), el diputado Carlos Enciso elaboró un proyecto de ley para la disponibilidad de tallas de prendas de vestir. El anteproyecto se iba a presentar el jueves 10 de abril en la Comisión de Equidad y Género de la Cámara de Representantes pero por falta de quórum se postergó hasta la próxima sesión, que será en alguna fecha a determinar entre el 1º y el 18 de mayo. “La iniciativa surge del pedido de una madre por los problemas de su hija adolescente al no encontrar prendas de vestir”, dijo Enciso.
En primer lugar, la ley obligaría que “todas las industrias de vestimenta” (incluso ferias permanentes u ocasionales) cuenten con ropa de todos los talles; y en caso de no disponer de la prenda solicitada, el comercio tendrá un máximo de siete días para conseguirla, sin cambiar su precio. Este plazo fue una de las modificaciones que Enciso le realizó al proyecto que redactó en mayo de 2007.
Si se aprobara el proyecto, para las tiendas que no cumplan, la ley de Defensa del Consumidor establece una serie de sanciones graduales: “Un apercibimiento, una multa, decomiso de mercadería, clausura temporal, suspensión de hasta un año de los registros de proveedores del Estado”, detalló el diputado. En el borrador presentado en 2007, las multas iban de tres a seis bases de prestaciones y contribuciones (de 5.325 a 10.650 pesos) y ahora irán desde las 20 UR a las 4.000 UR (de 7.249 a 1.449.880 pesos).
Las casas de alta costura, las de compra-venta de ropa usada y los comercios que estén por cerrar sus puertas son las únicas excepciones a la ley. También los casos de liquidaciones o saldos, donde la mercadería deberá ser -como mínimo- un 20% inferior a la ofrecida cotidianamente; y los precios, por lo menos, 10% más bajos que lo habitual.
Los controles correrían por cuenta del Área de Defensa del Consumidor, por vía de oficio o por denuncias de los consumidores. Los comercios e industrias tendrán 120 días luego de la promulgación de la ley para adecuarse a ella, “como forma de flexibilizar”, agregó el diputado que ve con optimismo el futuro trámite parlamentario.

Talles grandes, qué detalle
El diputado Enciso trabajó en conjunto con profesionales de Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia (Auba) para conocer más el asunto. Viviana Cotelo, psicóloga de Aluba, indicó que no participaron de la redacción del proyecto pero que conversaron con Enciso sobre la incidencia del tema en los jóvenes. Apoyaron la iniciativa porque “el proyecto colaboraría a sensibilizar a la población a adoptar una postura más abierta, respetuosa y que contemple como válidos cuerpos no estereotipados”.
Por su parte, el psicólogo social Antonio Pérez García dijo que “la eficacia de la ley puede ser escasa, sobre todo si se quiere atender casos extremos”, refiriéndose a la “racionalidad empresarial: mantener un stock con variedades de muy lenta salida incremente los costos y no es bien recibida por productores y comerciantes”.
Teniendo en cuenta que, según datos publicados por la Revista Panamericana de la Salud, el 34% de la población uruguaya tiene sobrepeso y el 17% es obesa, puede que el representante nacionalista no se equivoque al pensar que esta ley le abre la puerta a un sector económico latente. “Hay una franja de consumidores potenciales que hoy ya no van a comprar a un shopping porque saben que no encuentran su talle. Entonces, yo me pregunto, cuando la gente sepa que en general encuentra su talle, ¿no se amplía el mercado?, ¿no se amplía la demanda?, ¿no va a haber más gente comprando?”.
Para los que no encajan en los pantalones talle 24 que llevan los maniquíes en las vidrieras podrá parecer un tema menor, pero ésa es una franje bastante reducida de la población. Para el resto, no encontrar una camisa o una pollera que cierre puede desencadenar algo más que un mal humor pasajero. “No necesariamente va a desencadenar un trastorno alimentario, pero si puede ocurrir que se sienta discriminado en relación a su cuerpo por un modelo estético impuesto socialmente de forma rígida y poco tolerante de las diferencias”, explicó la psicóloga de Aluba.
Pérez García dijo que ha observado “en mujeres y hombres a quienes su apariencia y conformidad con la moda preocupa, una aflicción notoria cuando sus medidas antropométricas caen por fuera de los talles considerados normales en los comercios. En todos los casos que conozco personalmente, el ‘por fuera’ significa ‘por encima’, es decir, suelen ser personas más grandes que las prendas disponibles”.
Gabriela Montado, psicoterapeuta psicoanalista, mencionó “en un contexto sociocultural como en el que vivimos donde el esquema corporal esta hiper valorado –como suele suceder especialmente con el cuerpo de la mujer-, donde la imagen es sumamente importante –algo que no fue así en otras épocas-, la frustración que provoca no encontrar un talle puede llegar a afectar la autoestima. Dependerá de la fortaleza de la mujer o el hombre de que se trate, y podrá pensarse que afectará sobre todo a los más jóvenes, pero no creo que los adultos estén al margen de esa posibilidad. No se puede generalizar, pero puede haber una vivencia de no tener espacio, no tener lugar”.

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