miércoles, 4 de septiembre de 2013

Todos tus dioses

Publicado en la diaria, el 2 de setiembre de 2013.

A casi 100 años de la separación de Iglesia y Estado: El Uruguay laico.

Cuando Gerardo Caetano presentó su libro El Uruguay laico —del que es compilador— en el Centro
Cultural de España, empezó con una afirmación: “La laicidad que se da en Uruguay no es nada común”. El politólogo e historiador sostuvo que el modelo de laicidad del país es “radical”, lo que resulta curioso porque tiene una matriz francesa –esto implica una separación marcada entre lo político y lo religioso, así como un afincamiento de lo religioso en la vida privada– y, dijo, ni siquiera en Francia se da con tanta vehemencia. “Acá hace más de 100 años que se retiraron los crucifijos de los hospitales públicos”, ejemplificó. “Genera controversia que una persona con una representación pública haga alguna alusión religiosa”, dijo. Caetano indicó que, al mismo tiempo que lo religioso se daba en la vida privada y no en la pública, en los espacios comunes hubo “una suerte de manifestación de valores alternativos”, ya que “frente a la moral católica tradicional había que afirmar una moral distinta, la moral laica. Esto no suponía una cultura sin moral, sino una moral con valores alternativos”.
De todas formas, Caetano recordó que los batllistas decían que su movimiento “era un franciscanismo sin fe” o “un cristianismo sin Dios”. Esa moral laica alternativa que promulgaba el batllismo se veía en planteos que no prosperaron pero que intentaron abrirse camino propio.
Por ejemplo, los batllistas sugirieron uniformizar los féretros, con lo que se buscaba la eliminación de las cruces. También se quiso prohibir la función docente a quienes hubieran contraído votos de castidad, es decir, a los curas y a las monjas.

Nuevas identidades
“¿En qué creen los que no creen?”, le preguntó hace varios años Jorge Traverso a Tabaré Vázquez. “¿Quién le dijo a usted que yo no creo?”, retrucó el político. “Hay días que creo tanto, tanto; y días que no creo nada, nada; y hay días que quiero creer, yhay días que odio la creencia...”. En esa definición, a decir de Caetano, “entraron todos”: los que creen, los que no, los que querrían creer y los que no. “En algún sentido, ésa es la mejor definición de las identidades religiosas en el mundo contemporáneo: identidades light, cuya premisa es creer sin pertenecer, ser un poco de muchas cosas pero nada en términos de demasiado compromiso”.
En el Uruguay de hoy, explica Caetano, hay una disponibilidad importante de creencia religiosa: más de 80% de los ciudadanos dicen creer en Dios. “Uruguay participa de este nuevo modelo de creencia que define las nuevas identidades religiosas”, sostiene el historiador. “Son identidades light, soft, identidades intercambiables: se puede ser católico pero ir a un templo evangelista, asistir a la celebración de Iemanjá y tener la cuota new age de esta nebulosa esotérica contemporánea, además de tener el toque justo de agnosticismo y, por momentos, de ateísmo”.
El historiador hizo mención a episodios de la escena política actual que, dijo, hace 100 años hubiesen motivado un juicio político o, al menos, hubiesen generado un escándalo. “Hubiera sido un escándalo que sobre 18 de Julio tuviéramos una catedral evangelista cuya construcción costó 15 millones de dólares. O que la presencia de los programas religiosos fuese tan fuerte en el espacio público de los medios de comunicación”. También recordó cuando Luis Alberto Lacalle dijo haber llegado al balotaje “por la providencia”, a lo que José Mujica respondía: “No es changa esto de luchar contra el candidato de Dios”. También recordó que, en las últimas elecciones, el Espacio 609 tuvo entre sus listas a la 777, del Movimiento Atabaque, con la mãe Susana Andrade. Y que el Partido Nacional, en la lista encabezada por Ruperto Long, reunía a “herederos de la secta Moon, pastores evangelistas y a una figura que también expresa el cambio de los tiempos, Olivero
Troise”.
“La pregunta es cómo Uruguay puede resolver, no sólo en clave institucional, sino cultural y moral, esta discusión sobre esta nueva vinculación entre política y religión, sin caer en extremos no queridos”, sostuvo. “En Uruguay solemos tener revoluciones silenciosas”, resumió Caetano. “En las últimas décadas se advierten movimientos importantes: si bien la matriz de laicidad sobrevive (sobrevive en el marco de un debate, de una transformación), hay revisiones muy inesperadas.

Esto tiene que ver con la rediscusión, que avanza, sobre un nuevo modelo de laicidad: un nuevo modelo que afirma la laicidad no como el no reconocimiento, sino como el reconocimiento de la diversidad”. 

No hay comentarios: