domingo, 18 de septiembre de 2011

Mirando hacia arriba

Publicado en la revista Sala de espera, en setiembre de 2011.

Un simple carro de supermercado que tiene, como si fuera una tapa, un espejo mirando hacia arriba. Un hombre desvergonzado caminando por la ciudad, llevando el carro. Otros dos hombres, cámaras en mano, tomando fotografías de lo que se refleja en el espejo. Eso es “Un Carrito al cielo”, la intervención que les valió a esos tres uruguayos, la posibilidad de participar de la Bienal de Arte de Nueva York.

A mediados del año 2008, Ernesto Rizzo llevó a cabo un ready-made, lo que en arte refiere a un objeto de uso cotidiano al que se le practica algún cambio o intervención con un objetivo artístico. A un carro de supermercado vacío le puso algo que oficia de tapa: un espejo colocado de forma horizontal. Así nació “Un Carrito al cielo”.
Esta creación de Rizzo iba a ser utilizada una sola vez: él iba a intervenir una instalación del Ministerio de Educación y Cultura. Pero cuando el fotógrafo Federico Meneses conoció la idea del carrito con el espejo, se lo comentó a su colega Gerardo Carella y ambos convencieron a Ernesto Rizzo de hacer nuevas intervenciones, pero esta vez a nivel urbano.
Entonces salieron a la calle: Ernesto empuja el carro mientras Federico y Gerardo toman fotos. Hoy hacen bromas con que le hace falta un cuarto integrante al equipo: alguien que registre las reacciones de la gente que los ve pasar.
Una vez que Ernesto aceptó la propuesta, generaron un circuito para visitar espacios urbanos y edificios históricos. “En las primeras salidas, nos enloquecíamos entre nosotros”, contó Carella. “Si él paraba delante de un edificio, nosotros íbamos viendo una cantidad de imágenes que se generaban por los reflejos del espejo a su alrededor. Imaginemos que el carro está quieto en un lugar: cuando uno lo rodea para buscar imágenes, ve 100 fotografías posibles más. Eso con el carro quieto; con el carro moviéndose, pasábamos diciendo ‘pará acá', ‘no, más atrás', como locos”.
La exposición de las fotos fue a través de un sistema fácil en cuanto a montaje y desmontaje: lonas impresas -de unos 10 metros de largo por un metro de ancho- conteniendo entre 150 y 170 fotografías cada una.
La mejor forma de “cerrar el círculo”, dicen, es exponer las fotografías en los mismos espacios donde fueron tomadas y en el mismo sentido en que fueron concebidas, en un plano horizontal. La primera reacción del público es comentar que las fotos están al revés: “giran la cabeza para verlas ‘derechas', pisan la lona porque no soportaban ver las imágenes patas para arriba”, relató Carella. Pero al incluir el carrito en las exhibiciones, el público comprende mejor la idea e, incluso, saca sus propias fotos con sus cámaras o celulares, creando los reflejos o reflejándose a sí mismos. Además, exhibir en lugares públicos ayuda a que el arte vaya hacia la gente, y no al revés. “Estamos seguros que quienes ven la obra en esta instancia no habrían ido a un museo”, dijo Carella. “Al principio era más complicado acceder a determinados lugares, pero luego a medida que nos fueron conociendo resultó algo más fácil. Entrábamos con un carrito de supermercado a la Iglesia Matriz, por ejemplo, y la gente -de lejos- no ve el espejo. Entonces lo que veía era a dos enfermos sacando fotos para abajo, a un carro vacío, a la nada”.
“Nosotros decimos que, entre comillas, es un carro vacío que se va tragando todo lo que lo rodea, y que genera una cantidad impresionante de imágenes que se producen en forma vertiginosa”, resumió el fotógrafo, quien ejemplificó: “Si entra a una Iglesia, se llena de religión, en un supermercado, consume productos, si entra a un museo, se llena de arte”.
Claro que el objeto en sí mismo, el carrito de supermercado, no fue una elección casual. “Se puede mirar de varias maneras. Obviamente el carro es un objeto que representa el consumo y a la sociedad de consumo”.
El proyecto “Un Carrito al cielo” argumenta que “se utiliza uno de los símbolos de la sociedad de consumo, ya manejado ampliamente en el arte Pop, como objeto que presta un servicio nuevo y diferente: poder mirar para arriba, los techos y cielo raso de la ciudad mientras se pasea por sus calles. Un carro de supermercado símbolo del consumismo, que a su paso se va llenando de todo el entorno. Respecto a los objetivos de la performance, se explica que buscan “mirar y mostrar la ciudad y el entorno desde otra óptica, colocando en otra posición y en otro contexto detalles que nuestra memoria recuerda, descubriendo a la vez nuevos elementos incluso en espacios que ya creíamos conocer por completo”.

Un carrito en Nueva York
El Día del Patrimonio del año 2008 fue la primera vez que mostraron fotos tomadas con este proyecto. Luego anduvieron por el interior del país. Y si bien la exposición ya salió del país, sus creadores aún no tuvieron la oportunidad de acompañarla.
El mes pasado se enteraron que fueron seleccionados para participar de la Bienal de Nueva York, que se realizará entre fines de 2012 y principios de 2013. “Un Carrito al cielo” se expondrá en octubre del año que viene. Rizzo, Meneses y Carella tienen intenciones de ir, por lo que están buscando apoyos económicos. Además de participar en la Bienal, quieren cerrar el círculo, como ellos dicen, sacando fotografías en Nueva York. La intención es imprimir nuevas telas con nuevas fotografías, para que sean expuestas junto a aquellas que se capturaron en Uruguay.

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