Publicado en la diaria, el 27 de agosto de 2013.
Investigación
demuestra que la violencia doméstica se considera un problema grave, pero pocos
creen que se deba intervenir.
No
es problema que una mujer gane más que su pareja. Ellas tienen más dificultades
para luchar por sus derechos. La violencia es un tema público, preocupación de toda
la sociedad. Sobre esos tópicos hay acuerdo. Sin embargo, no está claro a quién
hay que llamar ante un caso de violencia doméstica. Ésas son algunas de las
conclusiones que se destacan de la investigación llevada a cabo por un grupo de
sociólogos uruguayos, por encargo de la Unión Europea. El estudio, que buscó
conocer cuál es el estado de la opinión pública sobre género y violencia de género
a partir de una muestra de 600 casos, se dividió en dos etapas, primero en 2010
y luego en 2012, con la intención de medir los cambios en las respuestas.
“En
el análisis se nota claramente que los cambios son pocos; si bien hay una mayor
consolidación de la consideración de la violencia como un tema público y de su
preocupación, todavía hay muchos estereotipos y muchos mitos que subsisten en
torno al tema”, comentó la socióloga Teresa Herrera, directora del informe, en
conversación con la diaria.
Cerca
de una cuarta parte de los entrevistados respondió de acuerdo a los roles
tradicionales de género. 20% de los consultados cree que cuando un hombre
maltrata es porque “ella habrá hecho algo para provocarlo” y 49% opina que “si
una mujer es maltratada continuamente, la culpa es suya por seguir conviviendo con
ese hombre”. Herrera explica que estas opiniones radican en que no hay una
comprensión del proceso en que se genera la violencia. “Siempre digo que hay
empatía con las muertas y no con las vivas. No se entiende que esa mujer está ninguneada,
separada de su familia, con la autoestima por el piso, amenazada, etcétera; no
es que se queda con el hombre porque quiere, se queda porque no tiene salidas y
porque de esto no se sale sola”.
Paradojas
Cuando
se pregunta cuáles son los problemas más importantes del país, la mayoría de la
población consultada hace referencia a la seguridad y a la delincuencia. 9% responde
espontáneamente que la violencia doméstica es un problema importante. Cuando se
interroga directamente, casi la totalidad considera que es un problema, al menos,
importante. En contraposición con este dato, un tercio de los encuestados
entiende que “lo que ocurre dentro de una pareja es un asunto privado” y que “nadie
tiene derecho a meterse”. “Ésta sigue siendo la frase más problemática, ya que
demuestra la carencia de empatía con las víctimas”, asegura el informe.
Herrera
explica que “hay un discurso políticamente correcto mayoritario, que dice ‘esto
está mal, es terrible, no hay que hacerlo’; pero en lo real, en lo concreto, en
la pragmática de todos los días, no es tan así”. En su tesis de doctorado, titulada
¿Cambios en la legislación? ¿Cambios en la vida cotidiana? La
pragmática del discurso sobre la violencia doméstica en Uruguay, la
socióloga habla de “paradoja pragmática”, debido a que hay un discurso “muy lindo”,
pero la realidad es otra. El discurso políticamente correcto de la opinión pública,
señala, es la consecuencia de un discurso con esas mismas características entre
quienes toman decisiones. “No vamos a encontrar ningún político que diga que
está bien que maten mujeres, pero tampoco vamos a encontrar el tema de la
violencia contra las mujeres como prioridad en las políticas públicas. Cuando
se les pregunta a los decisores políticos, ellos dicen: ‘Ay, sí, ¡qué horrible!’;
pero empezás a preguntar qué es la violencia, cuál es el origen… y ahí se acabó
el discurso. Lo no dicho demuestra cuál es la idea del asunto”.
La
socióloga entiende que este tema no está en la agenda de los decisores políticos
“porque no están preparados, porque no saben resolverlo y, en el fondo, porque les
importa poco”. “Es importante que entendamos que la causa de la violencia doméstica
son las relaciones de género, la forma en que nos vinculamos varones y mujeres,
tanto en lo público como en lo privado. Las mujeres seguimos teniendo que
pelear por la cuota política, por ganar el mismo salario por el mismo
trabajo... todo eso es el caldo de cultivo de la violencia. Lamentablemente,
los políticos no lo tienen claro y la opinión pública, menos”.
La
violencia doméstica es la principal causa de muerte violenta de mujeres, recordó
Herrera. En la encuesta, tres de cada cuatro personas no supieron decir cuántas
mujeres murieron en lo que va del año: sólo 8% conoce la cifra correcta. “Se
mueren casi 40 mujeres por año: la inmensa mayoría se muere por violencia doméstica
y el resto por violencia de género, como ante un caso de violación. Es muy raro
el caso de una mujer que muera por un ajuste de cuentas”, comentó. “Sin
embargo, no hay una política pública de prevención clara y definida, aunque no
digo que no haya esfuerzos”.
Herrera
recordó una anécdota de 1996. “Cuando hice el primer estudio de prevalencia de
violencia doméstica para el Banco Interamericano de Desarrollo, desde ese
organismo se le dijo al ministro del Interior del momento, Didier Opertti, que
el programa de seguridad ciudadana tenía que incluir un capítulo de violencia
doméstica. Y Opertti contestó: ‘Bueno, si usted quiere, pero mire que en mi país
esas cosas no pasan’”.
“Suelo
decir que hay muertos de primera y muertos de segunda”, agregó Herrera. “Estamos
muy preocupados por la gente que muere por rapiña, y por supuesto yo también
estoy preocupada por eso; pero muere menos gente por rapiña que mujeres por
violencia doméstica. ¿Y cuántos recursos se destinan a la prevención de la rapiña
y cuántos a la prevención de la violencia doméstica? Entonces, aunque en el
discurso se diga que hay preocupación porque las mujeres se mueren, insisto:
hay muertes de primera y muertes de segunda”.
Las
formas violentas
En
comparación con los resultados de 2010, hay un avance respecto del concepto de
violencia psicológica: para 77% de las mujeres es violencia que un hombre le
grite a una mujer; 64% de los varones opina lo mismo. Sin embargo, preocupa que
aún no se menciona la violencia patrimonial, la que afecta a las mujeres de nivel
socioeconómico alto: “Las mujeres muy independientes, exitosas y con buenos
ingresos tienen una altísima probabilidad de sufrir violencia doméstica porque
están cuestionando el rol del macho proveedor”.
En
cuanto a la violencia sexual, aún se detectan carencias: 2% cree que la mujer
debe tener sexo con su pareja aunque no quiera y 12% considera que eso no es
violación.
Las
respuestas más tradicionales se dan en el “núcleo duro” de entrevistados: gente
de mayor edad, de 60 o más, con bajo nivel educativo y preferentemente
residente en el interior del país. En ese núcleo duro no hay diferenciación de
género: tanto varones como mujeres responden de manera tradicionalista. “Su
estructura de pensamiento tiene que ver con una sociedad patriarcal, machista,
conservadora. Lo voy a decir claramente: recordemos cuando al Canario Luna le preguntaron
en el programa de televisión Consentidas qué
haría si se enterara de que su yerno le pegara a su hija. ‘Primero averiguaría
qué hizo para que le pegue’, respondió. Ésa es la ideología”.
La
identificación de la violencia
“El
día que escuché que en un noticiero de Canal 4 dijeron
‘violencia de género’, pensé: ‘¡nunca creí que iba a vivir para escuchar esto!’”. Herrera
destacó que cada vez menos se usa terminología inadecuada, como “crimen
pasional”. “En primer lugar, eso no existe, porque si analizás cualquier
historia en la que un hombre termina ultimando a una mujer, son todas calcadas,
todas producto de un proceso: el asesinato es la última etapa de un proceso que
empieza con el ninguneo. Por algo es que la mayoría son asesinadas por sus ex
parejas: la mujer quiso terminar esa relación, abandonó, y el hombre, que la
consideraba de su propiedad, la mató”.
La
socióloga entiende que las organizaciones de la sociedad civil, sobre todo las
feministas, lograron posicionar este tema en la órbita de lo público. “A pesar
de que hay núcleos duros en la opinión pública que siguen considerando que cuando
un hombre le pega a una mujer no hay que meterse, cada vez más gente empieza a
entender que se trata de un problema público que nos compete a todos”.
Casi
la mitad de las personas encuestadas admitió conocer algún caso cercano de
violencia doméstica. Sin embargo, cuando se le pregunta a la gente si hace algo
por eso, la respuesta da como resultado “una actitud muy pasiva”. Como ejemplo de
lo que se debería hacer, Herrera contó: “Hace poco tiempo hubo un episodio en
el que un vecino le salvó la vida a una mujer porque escuchó que el tipo le
estaba golpeando la puerta, que la estaba amenazando; el vecino llamó a la
Policía, la Policía vino y se lo llevó. Ese hombre le salvó la vida a esa mujer
porque entendió que era un tema en el que tenía que meterse”.
Algo
más de un tercio contesta que es necesario educar en valores para que las
personas cambien de mentalidad. De forma espontánea, los entrevistados no
presentan muchas soluciones. Cuando se dan respuestas dirigidas, casi 47% responde
que hay que denunciar, “acompañar y buscar una organización que ayude”, “convencer
a la víctima de que se separe” y, por último, no meterse, con casi 10%.
Con
respecto a dónde hacer las denuncias, la Policía es el lugar más nombrado. “El
resto de la institucionalidad prácticamente no existe en la mención espontánea.
Inmujeres no llega a 1% de las menciones; en realidad bajó con respecto a 2010,
pero cifras tan bajas están dentro del margen de error”, se lee en el informe.
En el mismo sentido, la mitad de los entrevistados no supo decir a qué teléfono
llamar para pedir ayuda. 12,5% respondió correctamente -que hay que comunicarse
con el
08004141-
y 35% contestó que se debe llamar al 911.
La
población tampoco tiene claro quién se encarga de combatir la violencia doméstica.
La organización Mujeres de Negro aparece como la más mencionada, antes que
cualquier institución gubernamental. Solamente 3% dice conocer el Consejo
Nacional Consultivo de Violencia Doméstica.
Herrera
comentó que este aspecto es uno de los que más preocupan. “Hay una ausencia absoluta
del Estado en el tema; la opinión pública refleja las carencias en torno al
asunto. Cuando uno pregunta quiénes se preocupan por la violencia doméstica en
Uruguay, aparecemos solamente las asociaciones de la sociedad civil: el Estado no
existe, salvo cuando se hace una denuncia en la Policía. Al máximo organismo
que se preocupa por el tema, que es el Consejo Consultivo, nadie lo conoce.
Inmujeres prácticamente no es mencionado. La única organización del Estado que es
nombrada es el Ministerio del Interior, por la Policía”. La socióloga concluye
que “lo poco que hay no se conoce, no se comunica o se comunica mal”.
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