martes, 27 de agosto de 2013

Lo dicho y lo (no) hecho

Publicado en la diaria, el 27 de agosto de 2013.

Investigación demuestra que la violencia doméstica se considera un problema grave, pero pocos creen que se deba intervenir.

No es problema que una mujer gane más que su pareja. Ellas tienen más dificultades para luchar por sus derechos. La violencia es un tema público, preocupación de toda la sociedad. Sobre esos tópicos hay acuerdo. Sin embargo, no está claro a quién hay que llamar ante un caso de violencia doméstica. Ésas son algunas de las conclusiones que se destacan de la investigación llevada a cabo por un grupo de sociólogos uruguayos, por encargo de la Unión Europea. El estudio, que buscó conocer cuál es el estado de la opinión pública sobre género y violencia de género a partir de una muestra de 600 casos, se dividió en dos etapas, primero en 2010 y luego en 2012, con la intención de medir los cambios en las respuestas.
“En el análisis se nota claramente que los cambios son pocos; si bien hay una mayor consolidación de la consideración de la violencia como un tema público y de su preocupación, todavía hay muchos estereotipos y muchos mitos que subsisten en torno al tema”, comentó la socióloga Teresa Herrera, directora del informe, en conversación con la diaria.
Cerca de una cuarta parte de los entrevistados respondió de acuerdo a los roles tradicionales de género. 20% de los consultados cree que cuando un hombre maltrata es porque “ella habrá hecho algo para provocarlo” y 49% opina que “si una mujer es maltratada continuamente, la culpa es suya por seguir conviviendo con ese hombre”. Herrera explica que estas opiniones radican en que no hay una comprensión del proceso en que se genera la violencia. “Siempre digo que hay empatía con las muertas y no con las vivas. No se entiende que esa mujer está ninguneada, separada de su familia, con la autoestima por el piso, amenazada, etcétera; no es que se queda con el hombre porque quiere, se queda porque no tiene salidas y porque de esto no se sale sola”.

Paradojas
Cuando se pregunta cuáles son los problemas más importantes del país, la mayoría de la población consultada hace referencia a la seguridad y a la delincuencia. 9% responde espontáneamente que la violencia doméstica es un problema importante. Cuando se interroga directamente, casi la totalidad considera que es un problema, al menos, importante. En contraposición con este dato, un tercio de los encuestados entiende que “lo que ocurre dentro de una pareja es un asunto privado” y que “nadie tiene derecho a meterse”. “Ésta sigue siendo la frase más problemática, ya que demuestra la carencia de empatía con las víctimas”, asegura el informe.
Herrera explica que “hay un discurso políticamente correcto mayoritario, que dice ‘esto está mal, es terrible, no hay que hacerlo’; pero en lo real, en lo concreto, en la pragmática de todos los días, no es tan así”. En su tesis de doctorado, titulada ¿Cambios en la legislación? ¿Cambios en la vida cotidiana? La pragmática del discurso sobre la violencia doméstica en Uruguay, la socióloga habla de “paradoja pragmática”, debido a que hay un discurso “muy lindo”, pero la realidad es otra. El discurso políticamente correcto de la opinión pública, señala, es la consecuencia de un discurso con esas mismas características entre quienes toman decisiones. “No vamos a encontrar ningún político que diga que está bien que maten mujeres, pero tampoco vamos a encontrar el tema de la violencia contra las mujeres como prioridad en las políticas públicas. Cuando se les pregunta a los decisores políticos, ellos dicen: ‘Ay, sí, ¡qué horrible!’; pero empezás a preguntar qué es la violencia, cuál es el origen… y ahí se acabó el discurso. Lo no dicho demuestra cuál es la idea del asunto”.
La socióloga entiende que este tema no está en la agenda de los decisores políticos “porque no están preparados, porque no saben resolverlo y, en el fondo, porque les importa poco”. “Es importante que entendamos que la causa de la violencia doméstica son las relaciones de género, la forma en que nos vinculamos varones y mujeres, tanto en lo público como en lo privado. Las mujeres seguimos teniendo que pelear por la cuota política, por ganar el mismo salario por el mismo trabajo... todo eso es el caldo de cultivo de la violencia. Lamentablemente, los políticos no lo tienen claro y la opinión pública, menos”.
La violencia doméstica es la principal causa de muerte violenta de mujeres, recordó Herrera. En la encuesta, tres de cada cuatro personas no supieron decir cuántas mujeres murieron en lo que va del año: sólo 8% conoce la cifra correcta. “Se mueren casi 40 mujeres por año: la inmensa mayoría se muere por violencia doméstica y el resto por violencia de género, como ante un caso de violación. Es muy raro el caso de una mujer que muera por un ajuste de cuentas”, comentó. “Sin embargo, no hay una política pública de prevención clara y definida, aunque no digo que no haya esfuerzos”.
Herrera recordó una anécdota de 1996. “Cuando hice el primer estudio de prevalencia de violencia doméstica para el Banco Interamericano de Desarrollo, desde ese organismo se le dijo al ministro del Interior del momento, Didier Opertti, que el programa de seguridad ciudadana tenía que incluir un capítulo de violencia doméstica. Y Opertti contestó: ‘Bueno, si usted quiere, pero mire que en mi país esas cosas no pasan’”.
“Suelo decir que hay muertos de primera y muertos de segunda”, agregó Herrera. “Estamos muy preocupados por la gente que muere por rapiña, y por supuesto yo también estoy preocupada por eso; pero muere menos gente por rapiña que mujeres por violencia doméstica. ¿Y cuántos recursos se destinan a la prevención de la rapiña y cuántos a la prevención de la violencia doméstica? Entonces, aunque en el discurso se diga que hay preocupación porque las mujeres se mueren, insisto: hay muertes de primera y muertes de segunda”.

Las formas violentas
En comparación con los resultados de 2010, hay un avance respecto del concepto de violencia psicológica: para 77% de las mujeres es violencia que un hombre le grite a una mujer; 64% de los varones opina lo mismo. Sin embargo, preocupa que aún no se menciona la violencia patrimonial, la que afecta a las mujeres de nivel socioeconómico alto: “Las mujeres muy independientes, exitosas y con buenos ingresos tienen una altísima probabilidad de sufrir violencia doméstica porque están cuestionando el rol del macho proveedor”.
En cuanto a la violencia sexual, aún se detectan carencias: 2% cree que la mujer debe tener sexo con su pareja aunque no quiera y 12% considera que eso no es violación.
Las respuestas más tradicionales se dan en el “núcleo duro” de entrevistados: gente de mayor edad, de 60 o más, con bajo nivel educativo y preferentemente residente en el interior del país. En ese núcleo duro no hay diferenciación de género: tanto varones como mujeres responden de manera tradicionalista. “Su estructura de pensamiento tiene que ver con una sociedad patriarcal, machista, conservadora. Lo voy a decir claramente: recordemos cuando al Canario Luna le preguntaron en el programa de televisión Consentidas qué haría si se enterara de que su yerno le pegara a su hija. ‘Primero averiguaría qué hizo para que le pegue’, respondió. Ésa es la ideología”.

La identificación de la violencia
“El día que escuché que en un noticiero de Canal 4 dijeron ‘violencia de género’, pensé: ‘¡nunca creí  que iba a vivir para escuchar esto!’”. Herrera destacó que cada vez menos se usa terminología inadecuada, como “crimen pasional”. “En primer lugar, eso no existe, porque si analizás cualquier historia en la que un hombre termina ultimando a una mujer, son todas calcadas, todas producto de un proceso: el asesinato es la última etapa de un proceso que empieza con el ninguneo. Por algo es que la mayoría son asesinadas por sus ex parejas: la mujer quiso terminar esa relación, abandonó, y el hombre, que la consideraba de su propiedad, la mató”.
La socióloga entiende que las organizaciones de la sociedad civil, sobre todo las feministas, lograron posicionar este tema en la órbita de lo público. “A pesar de que hay núcleos duros en la opinión pública que siguen considerando que cuando un hombre le pega a una mujer no hay que meterse, cada vez más gente empieza a entender que se trata de un problema público que nos compete a todos”.
Casi la mitad de las personas encuestadas admitió conocer algún caso cercano de violencia doméstica. Sin embargo, cuando se le pregunta a la gente si hace algo por eso, la respuesta da como resultado “una actitud muy pasiva”. Como ejemplo de lo que se debería hacer, Herrera contó: “Hace poco tiempo hubo un episodio en el que un vecino le salvó la vida a una mujer porque escuchó que el tipo le estaba golpeando la puerta, que la estaba amenazando; el vecino llamó a la Policía, la Policía vino y se lo llevó. Ese hombre le salvó la vida a esa mujer porque entendió que era un tema en el que tenía que meterse”.
Algo más de un tercio contesta que es necesario educar en valores para que las personas cambien de mentalidad. De forma espontánea, los entrevistados no presentan muchas soluciones. Cuando se dan respuestas dirigidas, casi 47% responde que hay que denunciar, “acompañar y buscar una organización que ayude”, “convencer a la víctima de que se separe” y, por último, no meterse, con casi 10%.
Con respecto a dónde hacer las denuncias, la Policía es el lugar más nombrado. “El resto de la institucionalidad prácticamente no existe en la mención espontánea. Inmujeres no llega a 1% de las menciones; en realidad bajó con respecto a 2010, pero cifras tan bajas están dentro del margen de error”, se lee en el informe. En el mismo sentido, la mitad de los entrevistados no supo decir a qué teléfono llamar para pedir ayuda. 12,5% respondió correctamente -que hay que comunicarse con el
08004141- y 35% contestó que se debe llamar al 911.
La población tampoco tiene claro quién se encarga de combatir la violencia doméstica. La organización Mujeres de Negro aparece como la más mencionada, antes que cualquier institución gubernamental. Solamente 3% dice conocer el Consejo Nacional Consultivo de Violencia Doméstica.

Herrera comentó que este aspecto es uno de los que más preocupan. “Hay una ausencia absoluta del Estado en el tema; la opinión pública refleja las carencias en torno al asunto. Cuando uno pregunta quiénes se preocupan por la violencia doméstica en Uruguay, aparecemos solamente las asociaciones de la sociedad civil: el Estado no existe, salvo cuando se hace una denuncia en la Policía. Al máximo organismo que se preocupa por el tema, que es el Consejo Consultivo, nadie lo conoce. Inmujeres prácticamente no es mencionado. La única organización del Estado que es nombrada es el Ministerio del Interior, por la Policía”. La socióloga concluye que “lo poco que hay no se conoce, no se comunica o se comunica mal”.

No hay comentarios: