Publicado en la diaria, miércoles 12 de junio de 2013.
“Si cerramos los ojos un segundo y pensamos en la cara
de un menor y en la cara de un niño, seguramente se nos aparezcan rostros y
contextos bien diferentes”, comentó Paula Baleato, de la agencia Voz y Vos,
para ejemplificar los distintos significados de “niño” y “menor”. Voz y Vos
señaló que varios medios de comunicación usan el adjetivo “menor” como un
sustantivo, y lo llenan de significado. Este uso, que no constituye una
novedad, es uno de los ejemplos que da la guía, cuya intención es que los
periodistas no sólo reflexionen en seminarios o talleres, sino que en el día a
día piensen sobre estas prácticas que afectan directamente a los niños y
adolescentes que son protagonistas de las noticias.
La guía Periodismo de calidad para la cobertura y promoción de derechos de
niños, niñas y adolescentes reúne un conjunto de consejos dirigidos a los
comunicadores. No son clases de periodismo, se advierte en el prólogo.
“¿Los periodistas podemos seguir ignorando lo que dice el Código de la
Niñez y la Adolescencia?”, se preguntó Edison Lanza, periodista, docente y
abogado, especializado en libertad de expresión y acceso a la información
pública. “Yo creo que no, que es una obligación ética conocer todas las
convenciones que consagran derechos e incorporarlas a nuestro trabajo”.
“Nos cuesta entender que los niños tienen una protección especial”, opinó
Daniel Lema, del semanario Búsqueda. “Cuando se publicó la Ley de Servicios de
Comunicación Audiovisual, que tiene un capítulo referido a infancia y
adolescencia, yo leía en las redes sociales a muchas personas sorprendidas, por
ejemplo, sobre cómo es que se prohíbe identificar a un adolescente infractor.
Eso está en la ley, por lo menos, desde 2004. Entonces me preguntaba hasta qué
punto los periodistas tienen claro este tipo de información”.
Derechos y recomendaciones
Como los niños tienen garantizada su libertad de expresión, se sugiere a
los periodistas que incluyan sus voces en los contenidos noticiosos que los
involucren. En la guía se indica que en las notas sobre estos temas los
periodistas recurren fundamentalmente a fuentes del Estado y, en segundo lugar
y en menor medida, a la sociedad civil. “La versión de los propios niños está
subrepresentada”, concluyen. Para visualizarlo, indican que del total de los
artículos monitoreados en 2009, solamente 3% incluyó a niños como fuente de
información.
Otro de los derechos fundamentales es el respeto a la vida privada, lo que
implica no identificar al niño por su nombre o apodo, ni a su familia, así como
tampoco su domicilio.
También se vulneran sus derechos mostrando su rostro, a no ser que,
primero, sea un tema en el que no haya una situación de vulnerabilidad (una
noticia “positiva”) y, segundo, se cuente con el consentimiento de sus padres.
El lenguaje nada inocente
Los términos utilizados por los medios, muchas veces, se reproducen en la
opinión pública, como es el caso de “menor” en vez de “adolescente en conflicto
con la ley”. Estas palabras conllevan cierta intención o significado, más allá
de la que señala el diccionario. Hoy en día, decir que un joven es “menor”
tiene una connotación negativa.
Los periodistas deben evitar el lenguaje “peyorativo y estigmatizante”,
sobre todo en el caso de quienes se encuentran en situaciones sociales
vulnerables o en conflicto con la ley. “Los medios pueden incidir en la
estigmatización, la discriminación y la profundización de estereotipos”,
remarca la guía. “Cuando hablan de los niños y adolescentes en conflicto con la
ley como ‘menores delincuentes, menores infractores, niño pistolero o banda de
infanto juveniles’, los condenan con el lenguaje a una condición estática que
no contempla la posibilidad de integración social”.
Otro de los temas sensibles es el caso de la explotación sexual, mal
llamada “prostitución infantil”. Esa expresión debe evitarse, al igual que el
término “cliente”, ya que “ocultan la naturaleza violenta y delictiva del
comportamiento del explotador y denotan cierto grado de consentimiento de las
víctimas”. Se pide especial cuidado en el tratamiento de estas noticias y se
recuerda que “la motivación debe ser siempre el interés público y no la
morbosidad”, por lo que se pide “no centrarse en aspectos descriptivos de la
noticia (descripción de los ‘servicios’, cuánto ganan los explotados
sexualmente), sino indagar en las causas y el contexto que favorecieron la
situación”.
Lanza reflexionó: “Que dos adolescentes se peleen en la puerta de un liceo
y alguien los filme con un celular, ¿es una noticia de interés nacional y
público como para que abra un noticiero? ¿O lo que tendríamos que hacer es un
informe contextualizado sobre el bullying, sobre la violencia en ese ámbito?”.
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