Publicado en la diaria, el 11 de febrero de 2014.
Periodistas y académicos disertaron
sobre “el miedo como construcción social”.
Aprovechando la presencia de Carlos
Fazio -periodista uruguayo radicado en México, país donde es docente universitario-
y la presentación de su último libro, Terrorismo mediático: la construcción
social del miedo en México, la Facultad de Información y Comunicación (FIC)
de la Universidad de la República (Udelar) organizó una mesa redonda titulada Medios
y miedos: los medios de comunicación y las estrategias de manipulación social
para la dominación.
“No
habría tantos miedos en la sociedad si esos miedos no fueran amplificados por
los medios”, afirmó el periodista Samuel Blixen, quien ofició de moderador y
presentó a los oradores que expusieron en la actividad llevada a cabo el lunes
3 de febrero.
Primero
habló Fazio, quien comentó algunos conceptos de su libro. “La propaganda se usa
desde hace 3.000 años para generar emociones, positivas o negativas, y así conformar
la voluntad de la población, las más de las veces tergiversando o manipulando
los hechos a favor de la cultura dominante”, comentó, al tiempo que citó a Noam
Chomsky: la tarea de los medios “consiste en crear un público pasivo que sea un
mero espectador de la política y un consumidor, no un participante en la toma
de decisiones”.
Fazio
mencionó que le llamó la atención cómo “los informativos uruguayos, y también
los argentinos, durante media hora sólo pasan información de crímenes, de
violencia, de accidentes”. Sostuvo que eso “forma parte de una política
dirigida”.
Texto y contexto
Edison
Lanza, periodista, abogado y director del Centro de Archivos y Acceso a la
Información Pública (Cainfo), encontró algunos paralelismos entre lo que dice
el libro de Fazio y lo que sucede en la actualidad en los medios locales. “Hay
una suerte de huida de la información política y de la discusión de temas de
alto interés público”, según dijo, porque se evita incomodar al poder. “Allí donde
necesitamos un periodismo de investigación, que cumpla la función de perro
guardián, no hay equipos periodísticos ni hay recursos, y sí los hay para los
temas policiales”.
Puntualizó
que cuando los protagonistas de las noticias policiales son niños o
adolescentes de sectores marginales “se los escracha, se los identifica, se los
hiperexhibe”, vulnerando sus derechos. “Pero cuando el hecho policial tiene que
ver, por ejemplo, con la explotación sexual de niñas y adolescentes a manos de
empresarios, ahí nos acordamos del Código Penal, del Derecho al Honor, de la
ley del año tal que prohíbe identificar a los primarios”.
Según
una tesis de grado que citó Lanza, entre 2005 y 2009, las secciones dedicadas a
seguridad y deporte se llevaron 50% del tiempo de los informativos, mientras
que sólo 3% se dedicó a educación. En el lapso de una semana, agregó, Canal
4 emitió 2.370 segundos diarios de información policial; Canal 12, unos
2.000; Canal 10, 1.500, y TNU, 340. “Está claramente identificado
cuál es el objetivo: exacerbar la cobertura policial aun cuando no hay noticias
policiales”.
El
periodista recordó dos casos recientes de cuestionable cobertura periodística.
Por un lado, el padre al que se acusó de violador y asesino de su hija de diez
meses. “Lo lincharon directamente frente a cámaras, con el aval de la Policía,
que permitió interrogarlo previo al juicio, con un total desprecio por el
trabajo periodístico, porque en ningún momento se chequeó esa información con
otra fuente… y 24 horas después se supo que era inocente y que la niña había muerto
por una infección pulmonar”. Por otro, el asesinato en La Pasiva de 8 de
Octubre y Garibaldi, en Montevideo.
Su
cobertura (y la repetición del video 102 veces en los informativos) “pareció
inocente, pero no lo fue, porque no hubo discurso político pero sí un discurso que
arrincona y que dice ‘¿qué están haciendo?, ¿por qué no reprimen?’”. Lanza
reflexionó: “El hecho ocurrió, claro, pero su simplificación y la falta de
investigación periodística nos impidió conocer la verdad: era un hecho policial
mucho más complejo que un menor drogado que disparó en un local de comidas”.
Por
último, el director de Cainfo criticó “el desapego a toda ética profesional” de
quienes “utilizan una sola fuente de información (generalmente, la policial),
usan el condicional, publican datos no verificados y luego no admiten el error,
acuden a cuestiones anecdóticas y no explican la complejidad de los hechos”.
Construcción y deconstrucción
Por
último, disertó Gabriel Kaplún, director interino del Instituto de Comunicación
de la FIC. Comenzó elogiando el subtítulo del libro de Fazio: “La construcción social
del miedo”. Recordó que desde hace muchos años algunos autores del campo de la
sociología hablan de la construcción social de la realidad: “Es como la vemos y
la decimos, y los medios también construyen. Casi, casi no hay una realidad,
sino que la realidad es, se construye, a partir del acuerdo entre
subjetividades”. “El miedo es una construcción social que, creo, se hace a
medias entre cosas que suceden, cosas que nos pasan a las personas, que
pensamos y sentimos, y cosas en las que intervienen los medios y los poderes
políticos y económicos”, agregó.
Según
Kaplún, la agenda también es una construcción: provocar que un tema se discuta
o no.
“Los
medios no te dicen qué pensar, pero sí sobre qué pensar. Entonces, cuando a
algunos temas se
les dedican tantos minutos, terminan por estar en la agenda” de la opinión pública.