viernes, 11 de enero de 2008

cualquier locura por amor

Mayo, 2007.
"Hable con ella", de Pedro Almodóvar.
Luchar contra la soledad sólo con el arma de la palabra. Intentar vencer las expectativas médicas, los límites científicos, arriesgarse, sin importar las consecuencias.


Un enfermero que cuida día y noche a una bailarina, quién está en coma hace cuatro años. La relación de Benigno y Alicia, o más bien, lo que él considera su relación va desde el amor y la pasión, hasta la locura y el descontrol.
Un periodista argentino que se enamora de una torera, que también queda en coma. El desconcierto de Marco en esa situación, no saber qué hacer, no poder hablarle a Lydia.
Ambas mujeres moribundas son internadas en la misma clínica, donde nace la amistad entre los hombres que las cuidan. Ellos ya se conocían, desde la primer escena de la película, o mejor dicho, de un encuentro ocasional en un teatro, casualmente sentados juntos. La emoción de la obra provoca el llanto en Marco, y esto, el asombro en Benigno. La conexión entre ellos ya existe, es una puerta al afecto que sentirán en unos meses.

Los planos directos, la cámara fija y a corta distancia del personaje en varias ocasiones, el uso del color rojo en cada escena de la película; generan en el espectador una sensación de proximidad, intimidad, de estar atrapado, encerrado dentro de la historia. No sólo se trata de entender, por ejemplo, que Benigno asiste a Alicia como si fuese una niña, le corta el pelo, la baña, le habla; sino que Almodóvar es explícito, sitúa la cámara cerca del cuerpo inerte de la joven. Ella, bien peinada, con su piel pálida, pero con sus labios exageradamente rojos, como en toda la película, tiene el torso desnudo, y por varios segundos (y varias oportunidades), vemos su cuerpo como ella sólo lo mostraría en su intimidad.

Estar enamorado de su paciente, sentir una gran obsesión por ella, que incluso, nace antes de conocerla. Desde el balcón del apartamento de Benigno se ve la academia de baile, y es desde allí que este hombre cultiva su amor desesperado. La devoción crece después del accidente, cuando el padre de la joven lo elige como uno de sus enfermeros personales. Él cuidó de su madre muchos años, y ahora cuida de Alicia; lo hace con gusto, siente placer al acompañarla. Aunque han hablado pocas palabras, hace todo lo posible por acercarse más a ella, como ver todo el cine mudo posible (que ella adoraba) y contárselo.
El relato del cortometraje “El amante menguante” anuncia un posible desenlace de la película, aunque, en el momento, no se le dé la importancia debida. Almodóvar nos está gritando qué va a pasar. Benigno le narra a Alicia la historia de una pareja, Alfredo y Amparo, científica que está inventando nuevas sustancias, que toma su esposo como muestra de amor, y provoca en él, una reducción de su cuerpo hasta llegar a la pequeñez absoluta: Alfredo es diminuto al lado de cualquier ser. El último acontecimiento que relata el enfermero es cuando esta pareja logra, a su modo, y con las dificultades nombradas, llegar a hacer el amor. Benigno le dice: “Y Alfredo se queda dentro de ella, para siempre”; mientras que Almodóvar nos muestra el mismo primer plano de Alicia que de Amparo.

La vida de Benigno no dice nada por sí misma, siempre está a la sombra de otra persona, de su madre, de Alicia por supuesto, e incluso por momentos de Marco, su gran amigo.
El periodista argentino sufre toda la película, llora, se siente mal, incómodo, no sabe qué hacer. Duda cuáles deben ser sus hechos y palabras ante el coma de Lydia, su reciente pareja. Cuestiona el amor de Benigno hacia Alicia. Recuerda malos momentos con su ex mujer. El teatro es de lo poco que disfruta, aunque lo expresa mediante la angustia.
Una pinza de pelo robada de la casa de Alicia, inocentemente días antes del accidente; fotos de ella, ya en coma, colgadas en las paredes de la casa de Benigno; pequeños indicios de una adicción in crescendo, que culmina como sólo Almodóvar puede desencadenar.

Torera de profesión, Lydia aparece como un personaje poco definido por sí misma, no dice nada más que ser la pareja del periodista. El breve tiempo antes de sufrir una embestida de toro, sólo ayuda a puntualizar a Marco, como un hombre inseguro y poco feliz. El personaje de la torera hace un mínimo, aparentemente superficial, pero impactante aporte en una segunda visión de la película. Marco, que la abandona y se va a Jordania a trabajar, se entera por la prensa que Lydia ha muerto. Por esa razón, llama al hospital para hablar con su amigo y se entera de la noticia, que a los espectadores fue revelada poco a poco.
Todo el tiempo que Benigno ha pasado al lado de Alicia, cuidándola, hablándole, acompañándola, “los cuatro años mas ricos de mi vida”, asegura, da como resultado que no dude en confesarle a Marco que quiere casarse con ella. Su amigo, asombrado, se decepciona ante el comentario, ya que comienza a notar que el cariño aparentemente “sano” que Benigno le tiene a Alicia se está convirtiendo en un amor demencial.
“Benigno ya no trabaja más aquí”, escucha Marco del otro lado de la línea. Su amigo está en la cárcel, acusado de haber violado a Alicia. La joven está embarazada, y más sola que antes.

El enfermero, que dice ser virgen y simula ser homosexual (es más, lo parece) ante su psiquiatra, el padre de Alicia; ha hecho algo aberrante para los ojos de todos los que le conocen. Él no lo ve como un delito, sólo como una demostración de amor.
Ese hecho repugnante, como es violar a una mujer en coma, es tan significativo, que llega hasta volverse divino, le devuelve la vida: Alicia despierta después de tener a su hijo.
Almodóvar juega durante 96 minutos con el amor, la salud, el respeto, la amistad, la comunicación. Transforma estas ideas en líneas adyacentes a una historia de locura, de adicción, de querer apoderarse del otro, indefenso, tirado en una cama, que sólo puede respirar.
Los juicios de valor y consideraciones éticas quedan a cargo de cada uno que haya visto la película; lo cierto es que la historia que se cuenta en Hable con ella transgrede esos límites morales a los que estamos acostumbrados.

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