miércoles, 11 de mayo de 2011

Crónica: Santullo en La Trastienda

Publicado en la página de Facebook de Santullo (No oficial)

Payador urbano, poeta contemporáneo, le dicen. Fernando Santullo debe ser de los pocos a quienes les cabe la etiqueta de artista. Pocos y privilegiados aquellos que, como él, no tocan ningún instrumento y logran crear tan buena música. Santullo -más que el artista, el proyecto en sí- volvió a Montevideo, con la fineza de siempre.

El trío liderado por Carlos Casacuberta -ex Peyote Asesino- se encargó de abrir la noche. El músico, en su faceta de compositor, mostró su actual proyecto a un público que le es común: muchos de los que estábamos el viernes 6 de mayo en La Trastienda esperábamos que, un rato más tarde, acompañara al ex LMental sobre el escenario, para “peyotear" un rato -como había dicho, casi al pasar, Fernando Santullo en una entrevista-.

Después de la Sala Zavala Muniz, La Trastienda, el Café La Diaria y el Teatro de Verano -compartiendo fecha con Traidores y La Vela Puerca-, Fernando Santullo volvió a pisar Montevideo para tocar, nuevamente, en el escenario de la calle Fernández Crespo, que -parece- ya quedarle chico.

No faltó ninguno de los 10 temas de -por ahora- su único disco, “Bajofondo presenta Santullo”. A ese repertorio sumó alguno ajeno, alguno viejo, y alguno nuevo, como él mismo presentó.

La hija del artista también volvió a Montevideo -los Santullo viven en España hace tiempo-. Agustina, de 10 años, ya es conocida entre el público que sigue a Santullo, no sólo por haberla visto rapear en los toques, sino por escucharla en el disco. El tema Intacto lleva el toque de la niña, que demuestra saber entonar, tener muy buena dicción y ser hija de un mítico cantante de hip hop. En este último show, a Agustina se la vio mejor, más firme, más confiada, con un rapeo más consistente y con más actitud: fue la primera vez que dejaron de cantar enfrentados, para mirar al público. Es que Santullo es un artista agradecido. “No hay nada más lindo que estar haciendo macacadas acá arriba y que un pibe, con una remera de Iron Maiden, te diga ‘vamo’ arriba’”, se rió.

La versión de Solo la terminó con un “Gracias, Estómagos”. Hace un tiempo, en una entrevista, le pregunté por qué ese tema. Me contestó: “Esa canción reflejaba bastante el estado de ánimo que yo tenía cuando llegué a Uruguay, desde México. De un lugar que no tenía invierno, llegué en pleno invierno a Uruguay en el ‘85. Fue como todo un shock climático y también cultural. Yo terminé el liceo y, pum, corté con todos mis compañeros y me vine para acá. En junio tenía 30 amigos y en agosto estaba acá, solo como un perro. El tema se llama Solo. No hace falta explicar más”.

También tocaron dos canciones nuevas, Dios y el diablo, y Arena en los zapatos, que Santullo ya presentó en Montevideo y confesó que no se animó a incluir en el disco.

No faltaron temas de Bajofondo a los que Fernando Santullo ayudó a crecer: Ya no duele y El mareo. Santullo no se cansa de declarar que Gustavo Cerati, quien interpretó el tema en el disco, logró aportarle “glamour”.

Fue decir, “Vamos a hacer un tema viejo” y las casi mil personas que estaban en La Trastienda empezaron a gritar y aplaudir. “No se entusiasmen”, nos detuvo. “Más abajo no se puede ir, más abajo no se puede estar”, cantó Santullo y el pogo se sintió. Miré a mi novio, cual vieja asustada, y le dije: “Cuando toquen Mal de la cabeza, rompen todo”. Pero no pasó. Ni rompimos todo, ni tocaron Mal de la cabeza.

Poco Peyote sobre el escenario, respecto a las expectativas: muchas remeras con la letra de LMental o de Mal de la cabeza, pero de nada sirvió. Sí hubo algo. Santullo invitó a subir al escenario a Carlos Casacuberta. Completaban la banda: Daniel Benia en bajo, Fran Nasser en teclados y sampler, Jota Yabar en guitarra y voz, Roberto Rodino en batería y Matías Craciún en violín.

Tocaron una versión de Cable pelado que erizó a todo aquel que esperaba escuchar Peyote Asesino. Aunque, para mi gusto, no superó aquella que hizo Santullo en el Café La Diaria, quizá, por la sorpresa que implicaba: estando Casacuberta, uno estaba seguro que iba a haber Peyote.

Y si bien resultó poco -incluso para quien escribe-, parece injusta la actitud del público, como dijo mi acompañante, una vez que terminó el show. “El tipo dio tremendo espectáculo, y acá afuera todos comentamos que faltó Mal de la cabeza”, se quejó, con razón.

Es que será muy difícil que uno logre separa a Fernando Santullo, Carlos Casacuberta, o al ex Peyote que se elija, de aquella banda que pasó volando en los ‘90. Más aún, luego de haber vuelto -también de manera fugaz- hace un par de años.

1 comentario:

El gaucho insufrible dijo...

En realidad dijo "No hay nada más lindo que estar haciendo maracadas acá arriba ...”, ironizando sobre la "dureza" de la música que actualmente hace en comparación con lo que hacía en El Peyote Asesino.

Realmente estaba sorprendido de que ese fan con la remera de Iron Maiden se sabia todas las letras, tanto de los temas suaves como de los movidos.